Buscar en el sitio

Contacto

Secta del cuchillo y del coraje

sectadelcuchilloydelcoraje@gmail.com

Tiempo de Tango

09.10.2010 07:31

La importancia del Tango  como expresión del arte popular, está fuera de toda duda. Pero no es tan claro para todo el que se arrima por primera vez a escuchar la llamada música ciudadana, que en Colombia pueda y deba tener un espacio de difusión, un lugar en los medios radiofónicos, como en efecto lo tiene no sólo en la radio comercial, sino y con especial y creciente interés cultural, en las emisoras universitarias e institucionales.

Conocida es en la historia del tango, el largo episodio de rechazo oficial y de las clases llamadas cultas, cuyos prejuicios aristocratizantes determinaron, con un mohín despreciativo, no solamente desconocer el tango, sino, con un esfuerzo digno de mejor causa, desterrarlo para siempre de la cultura argentina, de las conversaciones y de los centros de enseñanza. Se llegó incluso, por decreto oficial, a prohibir la utilización del lunfardo.

Todos estos esfuerzos absurdos del puritanismo pseudoculto, de quienes pretenden que hay más belleza musical en los valses de Strauss que en los tangos de Pugliese, se vieron reflejados en el espejo de su fracaso, cuando el gobierno, finalmente, a más de cien años de su aparición, tomó la decisión de decretar que el tango constituye un patrimonio cultural invaluable y optó por defenderlo, ayudarlo o difundirlo, creando los medios necesarios de los cuales es ejemplo “Sólo Tango”, una emisión televisiva de 24 horas dedicadas en su totalidad al tango y a todo lo que le es afín.

Por razones históricas y sociológicas precisables, el tango salta desde el Río de la Plata a Europa (especialmente a París) y a muchas regiones de América. En México es apreciado desde los años 30. También en Centro América, especialmente en Puerto Rico y Cuba, el número de aficionados al tango es considerable. Quien quiera darse un paseo por las páginas WEB de Internet, comprobará el creciente número de las mismas en Estados Unidos.

Desde los años 20 y 30 en que comenzó a penetrar entre nosotros, el tango marcó a ciertos sectores de la población, especialmente en las ciudades más representativas, que a su vez influyeron en las poblaciones pequeñas y en el campo, gracias a la radiodifusión de emisoras de
Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, etc. El tango le habla a la gente del siglo veinte, en Colombia, de otros problemas, de asuntos menos rurales, de angustias y expectativas más ciudadanas, en fín, de temas modernos, que nuestros bellos ritmos andinos o costeños no han tocado. Esos temas ya no son argentinos o bonaerenses; se vuelven colombianos, americanos, nuestros. El arte demuestra así que no le pertenece a nadie, que nadie puede decirse, sin ridículo, que es dueño de su pertinencia. Corre entonces, así, al lugar que le es apropiado, se mezcla en la vida cotidiana de las gentes y se funde y confunde con lo nativo, dando lugar, por su mismo ímpetu, a lo inesperado, que es la esencia del arte. Al menos, esto fue lo que pasó con el tango de Piazzolla y el Jazz americano.

Con nuestro programa TIEMPO DE TANGO, pretendimos presentar el tango de otro modo. Esto quiere decir que nos separamos radicalmente de los vicios de la radio comercial, que la llevan permanentemente a repetir machaconamente unas mismas orquestas y unos mismos cantantes, que parecen tener la acogida entusiasta de unos mismos radioescuchas contentadizos y cuyo horizonte cultural no puede o no quiere abrirse a nuevas experiencias. Para programar, nosotros recordamos que son más de 100 años de tango, desde sus orígenes hasta nuestros días, lo que nos interesa hacer conocer. Practicamos un método muy liberal y al mismo tiempo muy ambicioso, que abriga la esperanza de hacer conocer el buen tango a los muy jóvenes, en sus expresiones más modernas y hacer ampliar el espectro de sus experiencias musicales a los más viejos, sin que por eso deban tirar al Cuarto de San Alejo la nostalgia. Repetimos también, pero a veces desafiamos lo conocido desde otra voz, desde otra agrupación, en otra modalidad e incluso, en otra tonalidad.

Pretendimos que el radioyente se sumara a nuestra convicción de que la historia del tango como música, como letras, como danza, como coreografía, como cine, en ensayos, en libros y en maneras de pensar y de ser, forma parte del desarrollo moderno de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, y que su influencia ha llegado a otras partes de América, ciertamente con una impronta más tenue pero no por ello, inobservable. El tango, creemos, es parte de la “expresión americana” y tener algunas referencias de él, no debería hacerle daño a ninguna persona interesada en la historia de la cultura moderna.

Javier.