Bienvenidos a nuestro portal
Unos amigos que veníamos oyendo tangos desde la mocedad, dimos en la flor de crear La Secta del Cuchillo y del Coraje en 1991. Desde entonces comenzamos a reunirnos con periodicidad inmutable para compartir experiencias y sentimientos alrededor del tango. La Secta, por su nombre, es un homenaje a Borges y, a través de él, al tango. Lo nuestro es el sectarismo de la fidelidad a lo mejor de la expresión musical porteña y a la convicción de que esta música ha sido un aporte estético y un soplo de vida al arte moderno originados en la invención popular. Con este portal intentaremos dar de lo que hemos recibido y hacer partícipar a otros de nuestros gustos, de nuestros sentimientos, en fin, de nuestros textos inspirados en nuestra afición, con la finalidad de que el placer que el buen tango procura se prolongue por un tiempo, unos tiempos, unos compaces, más.
La Secta del Cuchillo y del Coraje
EL TANGO
¿Dónde estarán? pregunta la elegía
de quienes ya no son, como si hubiera
una región en que el Ayer, pudiera
ser el Hoy, el Aún, y el Todavía.
¿Dónde estarán? (repito) el malevaje
que fundó en polvorientos callejones
de tierra o en perdidas poblaciones
la secta del cuchillo y del coraje?
¿Dónde estarán aquellos que pasaron,
dejando a la epopeya un episodio,
una fábula al tiempo, y que sin odio,
lucro o pasión de amor se acuchillaron?
Los busco en su leyenda, en la postrera
brasa que, a modo de una vaga rosa,
guarda algo de esa chusma valerosa
de Los Corrales y de Balvanera.
¿Qué oscuros callejones o qué yermo
del otro mundo habitará la dura
sombra de aquel que era una sombra oscura,
Muraña, ese cuchillo de Palermo?
¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos
se apiaden) que en un puente de la vía,
mató a su hermano, el Ñato, que debía
más muertes que él, y así igualo los tantos?
Una mitología de puñales
lentamente se anula en el olvido;
Una canción de gesta se ha perdido
entre sórdidas noticias policiales.
Hay otra brasa, otra candente rosa
de la ceniza que los guarda enteros;
ahí están los soberbios cuchilleros
y el peso de la daga silenciosa.
Aunque la daga hostil o esa otra daga,
el tiempo, los perdieron en el fango,
hoy, más allá del tiempo y de la aciaga
muerte, esos muertos viven en el tango.
En la música están, en el cordaje
de la terca guitarra trabajosa,
que trama en la milonga venturosa
la fiesta y la inocencia del coraje.
Gira en el hueco la amarilla rueda
de caballos y leones, y oigo el eco
de esos tangos de Arolas y de Greco
que yo he visto bailar en la vereda,
en un instante que hoy emerge aislado,
sin antes ni después, contra el olvido,
y que tiene el sabor de lo perdido,
de lo perdido y lo recuperado.
En los acordes hay antiguas cosas:
el otro patio y la entrevista parra.
(Detrás de las paredes recelosas
el Sur guarda un puñal y una guitarra).
Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
los atareados años desafía;
hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la liviana melodía,
que solo es tiempo. El Tango crea un turbio
pasado irreal que de algún modo es cierto,
el recuerdo imposible de haber muerto
peleando, en una esquina del suburbio.
JORGE LUIS BORGES
Tango que he visto bailar
contra un ocaso amarillo,
por quienes eran capaces
de otro baile, el del cuchillo.
Otra interpretación:
www.youtube.com/watch?v=aGPOzYNs-Y4&NR=1